EN LO PROFUNDO DEL RÍO
En coherencia
con el amanecer del día como es de costumbre, el agricultor se despoja
de las frazadas, enjuaga su rostro, atiza la leña y para la olla; a la vez
suministra los alimentos a sus animales,
interrumpe el dormitar a los hijos; pues tienen que ir a la escuela, si por ellos
fuera se quedarían más tiempo en cama, (Quién no quiso dormir: “un par de
minutitos maaas…”).
Soy el mayor de tres enanos, me toca el trabajo de
cuidarlos y ayudar con sus tareas por
las tardes; no es nada del otro mundo, ya que terminé la segundaria pero no continúo mi nivel
superior. Acompaño a mi padre a la chacra, le ayudo en lo que puedo; hay
momentos en que se requiere de más personal para cosechar la producción. En su
mayoría hacemos el trabajo los dos, como él dice: hay que ahorrar en personal y
nos va a sobrar más ganancia… Es más trabajo para nosotros pero después hay
buena recompensa. Tiene razón, es cierto, mientras estamos enteros le damos
duro; esto va a servir para pagar mis estudios.
La chacra se encuentra a unos quince metros de la
ribera del río Aguaytia, ahí cultivamos
plátano; hay momentos en que el agua rebalsa y afecta la agricultura de manera
leve o grave, pende mucho a las precipitaciones pluviales. La semana pasada
inundó el sembrío y nos tocó levantar los plantones caídos para rescatar la fruta
y no se pierda; ya que afecta también a nosotros. Ese mismo día en la rivera; mientras
cortaba caña brava para la fijación de los troncos, escuchaba unos golpes en el
agua de manera continua, no le daba importancia pues sería una de esas cañas
que se desplomó hacia el río, estando en un vaivén arrastrado por la corriente
turbulenta del Aguaytia, ya que la raíz aún estaba fijada en la tierra. Pasado
tres acarreos de caña brava, asomé la mirada hacia el sonido, porque se
escuchaba con más intensidad, me invadió la curiosidad como a cualquier
persona, me di con la sorpresa que no era un carrizo; es más no había nada que
golpeara el agua, asustado retrocedí y tirando el machete salí corriendo, pensé
muchas cosas: un lagarto, una serpiente grande, etc. Le comente a mi padre pero
no me dio mucha importancia, estaba concentrado en lo suyo, no tenía tiempo
para sonidos y animales.
Ya casi daban las tres de la tarde y el agua estaba
mermando, mientras que el machete estaba a mi espera, tomé agua y retorne al
lugar de donde extraía las cañas; todo estaba tranquillo no se escuchaba ningún
golpe, tomé la herramienta de trabajo sin bajar la mirada de la orilla.
Continué cortando más caña y una voz femenina muy sutil me dijo:-no destruyas
esas plantas- Mire izquierda a derecha, y continué sin hacer caso a esa voz, no
me sorprendió mucho; hasta que empezó a sonar el golpe en el agua y otra vez la
misma voz con la misma palabra, me asomé a la orilla del turbio río y vi un
animal en el agua de una tez a colorado (rosa), que se deslizaba como un delfín incluso parecía a uno de ellos; era un
enorme pez, el más grande y nunca antes visto en toda mi vida; se trataba de un Bufeo colorado, quedé maravillado
y a la vez muy asustado (Pero la vos de quien era), me preguntaba, el gran pez de
un salto se desvaneció en las turbias y caudalosas aguas, ese hermoso pez era
el causante de aquel sonido, volví en mi padre para contarle lo observado; no
era novedad para él, ya había visto muchos de ellos:-ellos aparecen cada que
crece el río, anda trae más caña brava ya falta poco para terminar…- me dijo.
Le pregunté si había pasado una mujer por acá, respondió que sí, era el vecino
llegando del pueblo trayendo sus víveres. Más sereno y sin temor me acerque por
última vez a la orilla para seguir cortando cañas y a la ves apreciar al pez,
éste ya no estaba pero tampoco soltaba los ojos del río por si él o ella
volviera a aparecer. Ya listo el atado de carrizo y puesto sobre mi hombro con
machete en mano, emprendí retorno hacia mi padre, pero la voz volvió a
escucharse pero con una frase más: -no destruyas esas plantas; no seas causante
de tu destrucción- con exactitud me di cuenta de que provenía del río y otra
vez el golpe al agua, soltando las cañas y muy apresurado me dirigí hacia la
orilla, pero me resbalé y caí en el río, no me dio tiempo ni para sujetarme de
alguna rama, la situación era desesperante, el pantalón grueso y las botas no
me dejaban salir a flote, peor aún, la corriente acuática me envolvía y me arrastraba
a un ritmo presuroso, a la vez era golpeado por algunos troncos que seguían mi
rumbo. En mis insistencias por salir a respirar apenas pude ver el lomo de aquel
pez que se dirigía hacia mí, me sometí a la inmersión forzosa ya que me quedaba
sin fuerzas, todo era en vano; suponía que el pez se acercaba para servirle de
alimento, sumergido ya casi a un metro adentro cerré los ojos y entregué mi
destino al río.
-Bautro, Bautro… levanta ya; levanta levanta, es muy
temprano para dormir- eran las palabras que escuchaba mientras habría los ojos,
con un gran susto me puse de pié; me auto examiné, todo estaba normal, mi traje seco como si no
hubiese pasado nada, estaba atónito, muy sorprendido, la última vez que respiré
fue un litro de agua. Mi papá cargando el atado de caña se retiraba
argumentando palabras que casi ni le entendía, solo era murmuro para mí, ni yo
entendía como llegué al principio, antes de que me fuera a dar con el río, me
senté y mirando el caudal, me preguntaba:-¿pero en qué momento me quedé
dormido, fue real, un sueño? La cabeza estaba estallando por la situación
ilógica. -No tengas miedo, si fue real lo que ocurrió hace un rato, por mi
culpa te fuiste a dar con el río; pero ya estás mejor, me siento más tranquila,
no me lo hubiera perdonado si te hubiese pasado algo.- se escuchó aquellas
palabras femeninas de la misma voz y apareció aquel pez que con anterioridad
había visto, se dejó mostrar de una manera impredecible que caí en susto hasta retornar al cultivo; si
le contaba a mi padre, este no me lo creería o no tendría el tiempo para
atenderme, regresé solo y sin miedo; el pez seguía allí. -sabía que ibas a
volver- me dijo, y sonrió. – ¿Cómo es que puedes hablar, o es otro sueño mío? - le pregunté. –solo aquellos que nacieron en
este mes y esta luna, pueden entendernos, ven sígueme quiero mostrarte algo- me
dijo.
-Pero a donde me vas a llevar, tu eres un pez y yo
una persona, tú vives en el río y yo en la tierra, tenemos diferencias…- le dije.
-solo arrójate al río, no te va a pasar nada, ya te
salvé una vez, confía en mí…-
-está bien, le dije. Me despojé de las botas y me
lancé en un estilo clavado hacia el turbio caudal, sin dudarlo, muy confiado y
sobre todo sin temor por supuesto.
Una vez más la corriente me jalaba pero ya no estaba
preocupado. –Buza todo lo que puedas y cuando te falte el aire solo abre los
ojos, vamos a dirigirnos a lo profundo del río Aguaytia…-escuché; Le hice caso,
empecé a sumergirme, la respiración me hacía falta, el agua era turbia como ha
de abrir los ojos pues se llenarían de lodo y entre en desesperación una vez más,
estaba unos cinco metros inmersos a mí parecer, abrí los ojos y me di con la
sorpresa que el agua era clara y más tranquila, pero aún me seguía faltando la
respiración; al instante se acerca el pez y me dio un beso, me lleno de oxígeno
y pude continuar sumergiéndome, observaba la parte superior y había una cúpula
de aguas turbias dirigiéndose a un solo sentido, ya pasado por lo menos treinta
metros de profundidad a mi parecer, se apreciaba en la parte inferior una
especie de esfera; el pez me decía: -ese es el lugar al que tenemos que llegar,
ya falta poco para que se cierre, apresúrate…-
No podía decir palabra alguna de todas maneras
ingresaba el agua por mí boca, ella iba
suministrándome oxígeno con ese tipo de
acto, me avergonzaba por ratos; bueno se
entendía que ella lo hacía para no dejarme morir ahogado y así íbamos
acercándonos más hacia la esfera. Estaba nadando muy lento, no me deslizaba como
ella; con su rostro de preocupación me dijo: -sujétate de mí ya me queda poco
tiempo... - la abrasé lo más fuerte que
pude y sentí una velocidad extraordinaria, me daba cuenta de algo, su cuerpo comenzaba a envejecer y su velocidad
era cada vez más lento. -¿Qué te está pasando, por qué ese cambio físico…?
Murmuraba entre mí, Ella me entendía telepáticamente.
-es que si no
regreso a la Kassa antes de las seis de la tarde mi envejecimiento se hace muy
acelerado, no temas pero, ya estamos llegando…- su voz cambió también era ya una
anciana muy cansada. Hasta que ya habíamos llegado al lugar “Kassa” que así le
llamaba; pero me di cuenta que ella no podía continuar más y el camino era aún
largo, estaba muy agotada porque me tubo que cargar literalmente en todo el
camino; también observé que el río turbio que cubría como manta al lugar donde
nos encontrábamos, estaba invadiendo y se mesclaba el claro con el turbio,
donde predominaba el turbio por supuesto. –Sigue la plataforma hasta la puerta,
toca veintidós veces y responde con la palabra Jennka; ese es mi nombre, ya no
puedo continuar…- se hacía cada vez más
anciana; hasta que dio un último suspiro. No podía dejarla en la entrada tuve
que cargarla como pude, además no sabía que más hacer al llegar a la puerta, y
como regresar a mi casa, más me
preocupaba su estado.
El río turbio se acercaba muy rápido, podía correr
en esa plataforma y a la vez nadar como un pez yo optaba por lo que más podía hacer, correr. Toqué la
puerta veintidós veces y una voz sonó: -¿tu amabilidad?- A lo que respondí –Jennka.- La puerta se abrió pero solo se
podía entrar de forma horizontal, estilo un pez, ella entro primero y sin
perder mucho tiempo yo también ingresé.
Se escuchó un estruendo como de un rayo algo que
golpeaba la puerta, era el agua turbia que sometía contra ella, ya había
invadido toda la parte clara, entramos justo a tiempo, estábamos protegidos por
una cúpula de cristal. –Bienvenido a Kassa-. Otra vez la voz sutil, pero ya no
de un pez, sino de una joven casi de mi edad. Me quedé más sorprendido que
nunca, me tomó de la mano y me llevo a una especie de ciudad con bastante
vegetación, todos eran personas, no había peces. – ¿Y dime Jennka, que es este
lugar tan hermoso, como es que existe, no puedo creerlo, y estas personas como
llegaron, resultó que no eras un pez?- había muchas preguntas por preguntar.
-Esto mi querido Bautro es una especie de reserva,
libre de contaminación y destrucción.
-es el paraíso- interrumpí.
-no, no es el paraíso mi querido Bautro es un área
de conservación, donde árboles y animales que
de repente nunca has conocido, se encuentran aquí, tal vez tus abuelos o
incluso tus papás también no conozcan algunos de estos, tu padre conoce muchos
árboles que ya están extinguiéndose, plantas que alguna vez eran abundantes en
nuestra zona; ellos daban el color y la vida a nuestra región, ahora solo se ve
grandes vacíos, hectáreas destruidas
solo para el beneficio económico, sólo se dedican a la destrucción mas no
a la reconstrucción, ¿te acuerdas que te pedí que no destruyeras a las cañas?.
-si me acuerdo; también me dijiste que yo solo me
estoy destruyendo o algo así…- repliqué.
-sí, es así mi querido Bautro, el hombre mismo busca
su propio castigo, de la Madre Naturaleza, y ella como una buena madre sabe
corregir a sus hijos, pero no hacemos caso, tú al cortar el carrizo de la
ribera del río estás permitiendo que el agua entre a tus cultivos, creas un
vacío, cuando en realidad deberías sembrar grandes árboles en la ribera para
que contengan al menos un poco la intensidad del río; y no afecte de una manera
grave tus sembríos, así ocurre con los deslizamientos en los cerros, pues los
árboles sirven como una maya de retención de la tierra, a través de sus raíces,
mucha gente tala árboles, esto genera deslizamientos y aluviones, y ese lodo se
combina con el río entonces los peces se asfixian y mueren aunque suena
irónico, ahogados, ya no encontramos muchos peces en el río, no hay animales en
los montes, quizás tus nietos no van a disfrutar de los sabores que tus padres
te dieron de probar alguna vez, suena muy triste, así es esta realidad, por eso
existe este lugar, conservando lo poco que hay para que nunca las especies
vegetales y animales se extinga, pero ya el problema está demasiado grande no
solo en nuestra zona, también en otras regiones de este país, nosotros somos un
remanente comisionado en esta región, que se encarga de mantener en vigencia
todo animal y vegetación; mientras en otras regiones está la comisión del
cuidado del aire y los mares, ellos tienen el trabajo de luchar contra la
Contaminación, nosotros somos privilegiados de mantener instancia en esta
región, tanto para el que nació como el que migró; Pues la Contaminación no ha
tomado el control; la Madre Naturaleza está en constante renovación, con la
poca vegetación y pocos animales. Existe
un equilibrio aún…- dijo.
-¿cómo es eso de renovación y equilibrio?- le
pregunté.
-cada animal y cada vegetación tiene una función
específica, hay animales que se encargan en la limpieza de los suelos ya sean animales
aéreos o terrestres, su trabajo es específicamente en la limpieza del bosque y
las riberas de los ríos. Otros animales se encargan de convertirse en alimentos
para nuestro consumo y satisfacer nuestra hambre; así como hay vegetales para fines
medicinales y alimenticios, como te repito cada uno tiene una función
específica, son miles de especies, cada uno un propósito. Mientras los árboles
se encargan de dar cobijo a los animales y a la vez alimentarlos, pero si se
acaban estos seres quienes van a hacer esas
funciones; el hombre tiene sus propias obligaciones, está ocupado en lo
suyo…-
"EL HOMBRE CREA SUS PROPIOS PROBLEMAS"
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